Una
mujer vestida con ropaje magenta, alza su mano para impulsar el vuelo de una pequeña
ave. Una delgada rama verde une a esta ave con la figura femenina. De la mitad
de la cabeza de la mujer brotan flores que no lucen asimétricas ni perfectas. El
universo a su espalda luce enmarcado por un portal este también muestra unas
montañas, un valle verde y un rio. El cielo celeste se presenta como una pared
quebraba y con grietas.
Sin soltar la idea de la pintura anterior, nuevamente presento una mujer con flores en su cabeza simbolizando un cambio en su manera de pensar. Esta vez, las flores de su cabeza lucen asimétricas queriendo transmitir que no somos seres perfectos. El Universo representando nuestra vida actual, las vidas pasadas y nuestra alma vagando en un cielo estrellado. Las montañas son símbolos de la comunicación con las divinidades, el valle verde muestra la fertilidad, lo mismo para el rio y se agrega a el que también representa el transcurso de la vida.
La pared rota significa los pesares de nuestra vida, la parte que falta es un suceso mayor que nos marca de por vida o la mayor parte de nuestra vida y las grietas serian pequeños sucesos que nos dejan marcas, a veces, difíciles de reparar. La pequeña ave, para mi símbolo de libertad, esta vez quiere volar. Esta lista para emprender el vuelo, pero necesita un empuje para realizarlo.